Entrenamiento en la Vida Diaria

Mi misión es enseñar y
difundir el Shinshintoitsu Aikido (Ki-Aikido) y entrenar a nuestros
instructores. Paso la mayoría de mi tiempo ocupado en ello durante todo el año.
También escribo libros y atiendo a entrevistas para revistas, televisión o periódicos y enseño seminarios
de Ki para empresas y atletas para atraer a más gente.

Y por supuesto, a la vez,
tengo que estudiar y entrenarme también. Para lograrlo todo en un día,
necesitaría más de 24 horas. En otras palabras, es realmente importante para mí
usar mi tiempo eficientemente.

De hecho me es muy
difícil tener un tiempo extra para estudiar o entrenarme fuera del dojo. Por
consiguiente me propongo visualizar todo lo que veo o toco como mi
entrenamiento. Por ejemplo, en el trabajo, necesito hacer llamadas telefónicas
muchas veces al día. Dependiendo del tema a discutir, decido cuanto debería
durar la llamada. Entonces, pregunto al principio, “¿Puedo disponer de ___
minutos?”. De esta manera hago saber a la otra persona cuánto puede durar la llamada.

Haciendo esto consigo las siguientes dos cosas:

En primer lugar, para que
la persona comprenda en ese límite de tiempo, necesito ordenar mis pensamientos
mejor. Algunas veces depende de lo mucho que la persona entienda de la
situación, y por tanto necesito conocer mejor también a la persona. Si no puedo
acabar dentro del tiempo que esperaba, sé que mi método de comunicación o mis
expectativas de los minutos necesarios no eran suficientes. En cualquier caso,
siempre aprendo de esto y consigo retroalimentación para mi próxima llamada. Al
experimentar continuamente este “ensayo y error” aprendo a ver a los otros más
cuidadosamente y se convierte en un buen entrenamiento en “Como hablar de
manera inteligible para hacer que los otros entiendan más fácilmente”.

En segundo lugar, me
ayuda a captar la sensación del “paso del tiempo”.

Cuando decido que una
llamada debería durar 3 minutos, y cuando de hecho soy capaz de hacerlo,
entonces no necesito un reloj porque puedo sentir de manera natural el paso del
tiempo. Esta sensación de “paso del tiempo” me ayuda mucho cuando enseño en
seminarios. Después de 3 minutos lo siento, y me doy cuenta de que mi discurso
puede que vaya a durar demasiado, y puedo, en ese momento, recuperarlo. Algunas
veces no son 3 minutos lo que necesito. Recientemente siempre fijo 2 minutos
como base, con un máximo de 3 minutos. Fijo incluso 1 minuto como base cuando
hablo cara a cara.

Cuando telefoneamos a
alguien, necesitamos saber que esa persona está dispuesta a darnos su tiempo.
Nunca deberíamos desperdiciar el tiempo de otro. Si no estoy preparado y no
estoy manteniendo mis pensamientos en orden cuando llamo, a la persona le puede
costar más tiempo entenderme. Si me adhiero demasiado al límite, puedo estar
robando el tiempo del otro. Sé que algunos temas necesitan ser discutidos sin
preocuparse por un límite de tiempo. En dicho caso, es importante liberar la
situación del control.

No podemos ponernos un
límite de tiempo cuando escuchamos a otros. Confío en que no se confundan al
respecto.

Si puedes fijar tu
propósito con claridad, una llamada telefónica se convertirá en un
entrenamiento importante. Si tan sólo llamas sin tener un objetivo o meta en
las miles de llamadas de tu vida, no te servirá de entrenamiento.

Andar, escalar, sujetar,
acarrear, hablar y cualquier pequeña cosa de la vida diaria puede ser un
entrenamiento. Yo estoy entrenando así en mi vida. De esta manera puedo
entrenar aunque no tenga tiempo extra. Estoy entrenando en este preciso momento
mientras escribo este artículo.

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