Hace unas semanas vi a un niño vestido con un dogi.
Cuando otros adultos, vestidos también con dogi, le dijeron "¡Hola!",
les echó un vistazo y huyó sin devolverles el saludo. Como consecuencia, los
adultos compartieron una risa amarga.
Podríamos decir que ese niño era demasiado
tímido, o que tenía prisa. Pero no me gustaría decir que está aprendiendo un
arte marcial si no puede saludar a los demás. Y la verdad es que esta situación
ocurrió en uno de nuestros dojos.
Justo después hablé con el Instructor Jefe del
dojo y descubrí que el muchacho había empezado a entrenar Aikido recientemente
y que no se le había enseñado a saludar a los otros. El instructor se disculpó.
El saludo es la base de la relación humana. En
japonés, llamamos al saludo, "Aisatsu". Esta palabra proviene de las
enseñanzas Zen.
Un saludo basado en el "Ki" significa
reconocer la presencia del otro. La razón por la que nos sentimos tristes o
molestos cuando no nos saludan, es porque significa básicamente lo mismo que
"ignorar nuestra presencia". Un saludo puede conectar el Ki. Por otro
lado, no saludar puede desconectar el Ki.
En Japón, en algunas ciudades, los padres
enseñan a los niños a no saludar a extraños. Aunque en el mundo de hoy esto
podría parecer razonable, no saludar a un extraño puede causar aún más
problemas. Al mostrar "Yo reconozco tu presencia", se puede prevenir
un acto peligroso contra ti. Creo que el saludo debe definirse de manera distinta.
En lugar de "No hables con un extraño", podríamos decir "No acompañes
a un extraño".
Si uno está aprendiendo Ki Aikido, comencemos por
aprender a saludar a otros en la vida cotidiana. Si uno no puede saludar a los
demás libremente, su entrenamiento en el dojo se convierte en nada. Me gustaría
compartir la importancia de saludar a nuestros miembros en el mundo.
Por cierto, "saludo" y
"respuesta" no son lo mismo. Decir "Hola" es saludo, y contestar
"Hola" es una respuesta.
Saludar es tu acción voluntaria de reconocer la
presencia de los otros, y contestar es solamente una respuesta. Muchas personas
no entienden que una respuesta no es lo mismo que un saludo.
A algunas personas les resulta difícil saludar
a los demás. Por ejemplo, cuando cometes un error en tu trabajo y te sientes mal,
el Ki no fluye y es difícil extender Ki desde el corazón. En este estado te
vuelves estrecho de mente y esperas a que otros te saluden. Esto detiene el
flujo de Ki y puede dar lugar a un círculo vicioso.
Si saludar es algo especial y te requiere un
gran esfuerzo, no podrás hacerlo todo el tiempo. En su lugar, conviértelo en un
asunto ordinario que se hace de manera rutinaria. Esto te ayudará a saludar a
los demás con naturalidad en cualquier momento.
Cuando enseño a los instructores jóvenes, a
veces tengo que regañarlos severamente. Algunos de ellos no son capaces de
saludarme cuando me vuelven a ver. A su vez, otros son capaces de saludarme con
más frecuencia después de haber sido regañados.
Si consideramos este hecho basándonos en los
Principios de Ki, es fácil adivinar cuál de estos instructores crece más.
Saludar es una de las prácticas más poderosas
para extender "Ki" mucho más fuertemente.