Los efectos prolongados del COVID19 han hecho, tal vez, que nos volvamos más irritables. Nos podemos enfadar por las cosas más pequeñas, causando conflictos con nuestra família. Muchos tienen este problema.
Es difícil controlar nuestras emociones cuando estamos enojados. Tratar de decirnos a nosotros mismos “no te enfades” puede incluso llevar a una mayor pérdida de autocontrol. Así pues, ¿qué podemos hacer al respecto?
Afortunadamente, las emociones y la respiración están muy estrechamente vinculadas. Tal vez no seamos capaces de controlar nuestras emociones, pero podemos controlar nuestra respiración, y por tanto, nuestras emociones.
La mayoría de las personas no son habitualmente conscientes de su respiración. Por lo tanto, el primer paso es prestar atención a nuestra respiración:
– ¿Qué tipo de respiración estás haciendo en este momento? ¿Estás respirando lentamente o estás respirando de manera rápida?
– Si estás respirando lentamente, prueba a respirar más rápido. ¿Cómo te sientes?
– Si estás respirando rápidamente, atrévete a ralentizar. ¿Qué sensaciones te causa esto?
Si experimentas una sensación distinta, intenta ahora recordar tus patrones de respiración normales.
Cuando estás enfadado, respiras con una “respiración de enfado”. Intenta recordar cómo te sientes cuando estás enfadado e intenta recrear ese patrón de respiración.
Si no estás seguro, intenta observar como respiras cuando estás de hecho enfadado en tu vida diaria. De un modo bastante interesante, la mera observación debería ayudarte por sí misma a reducir tu enfado.
De igual manera, cuando estás irritado, respiras con “respiración de irritabilidad”. Cuando estás tenso, respiras con “respiración tensa”. Cuando te sientes ansioso, respiras “con respiración ansiosa”. Intentemos recrear cada una de estas respiraciones. Verás que son todas ellas, respiraciones muy poco profundas.
Trata ahora de recordar cuando estás respirando de la manera más cómoda. ¿Cómo es tu respiración cuando contactas con algo que te hace sentir realmente maravilloso?
Si eres montañero y estás trepando por una empinada senda sin vistas, cuando repentinamente tu visión se abre y ves una vista espectacular, ¿no dices “Guau!” y dejas salir un placentero suspiro?
Si te gustan los dulces, y has recibido un regalo de alguien y lo abres para encontrar que son tus bombones favoritos, ¿no dices “Guau!” y dejas salir un placentero suspiro?
Cuando exhalas así, estás respirando profundamente y sin tensión. Esto es lo más importante al hacer respiración Ki.
Cuando intentan hacer meditación respirando, muchas personas se dicen a sí mismas “expira durante un tiempo determinado” o tal vez simplemente “expira durante mucho tiempo”. En otras palabras, su mente causa una respiración obligada.
Los niños que crecieron en hogares con controles muy estrictos, se quejan de que se sentían ahogados en casa. Esto no se debe a un problema pulmonar, sino al ambiente opresivo en el que vivían. Incluso esto puede causar esta misma “respiración obligada”.
Si permitimos a nuestros cuerpos aprender a exhalar confortablemente en nuestra vida diaria, el resultado será que no estaremos controlados por nuestras emociones. Intentemos esta misma respiración confortable siempre que nuestras emociones se alteren.
Cuando era más joven, era muy sensible a los estímulos y tenía un temperamento irascible que descargaba sobre las personas y las cosas a mí alrededor. Aquella irritabilidad se amplificaba a menudo a causa de mi respiración superficial.
Koichi Tohei Sensei estaba preocupado por mí, y me enseñó a hacer “respiración calmada”. Gracias a esa práctica, ya no me arrastraban mis emociones. Como resultado, aprecio la importancia de respirar muy profundamente.
Si puedes cambiar tu entorno, deberías cambiarlo. Pero si no puedes, como en el caso del COVID19, entonces es importante calmar tu respiración como manera de protegerte.
La respiración y las emociones están conectadas. Practiquemos esto juntos.
(Traducción: Roger Giménez)