Este artículo forma parte de la traducción del libro de Koichi Tohei sensei, “Respiración Ki (Ki no Kokyuho)”. Subiremos un nuevo artículo semanalmente.
Shinichi Tohei
A menudo, después de una disputa entre amigos, ambos se dicen a sí mismo: “Él se equivocó, así que tiene que disculparse primero. Yo no lo haré”. Decimos que incluso entre ladrones hay justicia, y en este tipo de conflicto ambos tienen razón y ambos están equivocados. Si ambas personas tienen razón, no hay motivo para pelear.
Ante todo, las personas que practican los principios del Ki mantienen siempre el punto uno en la parte inferior del abdomen. Por lo tanto, no deberían perder los estribos. Consideramos que perder los estribos y tener una pelea, sea cual sea el motivo, es vergonzoso.
Pero una vez que ha sucedido, no hay nada que hacer al respecto, aparte de recuperar inmediatamente el punto uno en la parte inferior del abdomen y calmar la mente. Si haces esto, tu mente se calma, borrando los límites de tu generosidad y permitiéndote darte cuenta de tus propios puntos negativos.
Es fácil ver las faltas de los demás, pero no es tan fácil ver las propias, particularmente cuando la sangre se te ha subido a la cabeza. En momentos como esos, ni siquiera intentamos ver nuestros propios fallos, sino que peleamos como manera de señalar mutuamente los fallos de los demás. Si examináramos dónde nos hemos equivocado personalmente, no habría pelea.
Por esta razón, cuando una pelea parezca inminente, mantén el punto uno un poco antes que tu oponente, date cuenta con anticipación de tus propias faltas y discúlpate a tu oponente.
Al menos, prepárate de antemano para perdonar a tu amigo y avanzarás a un nivel superior que el suyo. Las peleas ocurren porque ambas partes están al mismo nivel.
En el caso de una madre y su bebé, la madre siempre perdona al bebé. Si estás en un nivel superior, no se producirán disputas entre tú y los demás. Primero, acepta a tu amigo en tu corazón y perdónalo y discúlpate de antemano.
Tu amigo quedará perplejo y se dará cuenta de sus propios puntos negativos.
Una vez que comprendas el valor de la disculpa, no te dejes llevar al ridículo extremo de meterte en disputas para arrogarte el derecho a decir que estabas equivocado.
El atajo para la solución a un problema es tener la mente abierta y ser tolerante con tus amigos antes de que comience una pelea.
Dado que se necesitan dos para luchar, no puede haber pelea si no eres parte de ella.
Un antiguo código guerrero decía que hay tres formas de ganar:
1. Luchar y ganar.
2. Ganar sin luchar.
3. No hacer nada y ganar.
La primera forma “Luchar y ganar” es la más común y es el nivel más bajo de las tres.
El segundo método “Ganar sin luchar”, que implica de antemano una completa preparación de todas las condiciones necesarias para ganar, es segura y se encuentra en un nivel intermedio, entre las otras dos.
La mejor de las tres, “No hacer nada y ganar” es la más segura de todas, ya que como no se produce ninguna pelea, no existe posibilidad de perder.
En esta forma, damos poder al oponente y lo hacemos ir hacia donde lo dirigimos sin luchar. Si vamos a ganar, debemos ganar de la mejor manera posible. Es así exactamente porque no tenemos motivos para elegir la forma inferior de ganar.
Había una joven pareja que peleaba constantemente y que estaba al borde de la separación.
Como el esposo estaba estudiando Ki, sus amigos se acercaron a mí y me pidieron que hiciera algo.
Escuchando a los dos, ambos tenían algo que decir acerca del otro. Descubrí que ni la esposa ni el esposo mencionaron sus propias faltas, sino que solo se quejaron de la otra parte.
La esposa no estaba dispuesta a ceder de ninguna manera; replicaba a su marido con tres palabras por cada una de él.
Nada es tan difícil como mediar entre una pareja en disputa. Nada de lo que uno diga convencerá al otro.
Si el mediador dice algo incorrecto, cuando la pareja arregle sus diferencias, dirigirán hacia él sus comentarios negativos. Sin embargo, tomé mi decisión y le dije al esposo que estaba equivocado, para su descontento y el júbilo de su esposa. Ésta es una idea fundamental.
Le dije al esposo: “Dado que tu esposa no estaba practicando Ki, no sabía nada sobre el punto uno en la parte inferior del abdomen y no pudo evitar enojarse. Tú, por otro lado, estás aprendiendo Ki y te equivocas al no poner en práctica lo que has aprendido. Por eso digo que estás equivocado. Si te das cuenta de que, pase lo que pase, sea lo que sea que te diga tu esposa, este es el momento de practicar manteniendo el punto uno. No solo mantendrás tu temperamento, sino que también harás un gran progreso. Si solo practicas el punto uno en la sala de entrenamiento y lo pierdes cuando llegas a casa, has desperdiciado tu esfuerzo. No importa qué causó la pelea. ¿Lo intentarás a partir de hoy? Aceptó probarlo a partir de ese día.
Luego le expliqué algunas cosas a su esposa y le enseñé algunos ejercicios básicos, y logré que dominara el punto uno en la parte inferior del abdomen. Le dije: “Me doy cuenta de que no está satisfecha con su esposo por varios motivos. Pero como puede ver, está dispuesto a hacer todo lo posible para cambiar sus costumbres. Carece de experiencia y puede que se olvide, pero ¿no lo ayudará a corregir sus malos hábitos?”
La esposa estuvo de acuerdo. En menos de un mes, la pareja llevaba una vida matrimonial perfectamente feliz.
Cuando una pareja joven se une porque está enamorada, todo debe ir bien. Pero una sola insatisfacción, en base a la teoría de que lo negativo atrae a lo negativo, engendra más males, hasta que la situación es irreparable.
El joven esposo se fue a casa, se detuvo en la puerta para asegurarse del punto uno en la parte inferior del abdomen y entró gritando alegremente: “Estoy en casa”.
En el pasado, el esposo había vuelto a casa con pensamientos negativos y el Ki negativo del día de trabajo. Pensaba: “Ahora tengo que ir a casa y escucharla quejarse”.
Ahora, la esposa dándose cuenta de que era el momento de cooperar, corrió hacia la puerta sonriendo y dijo: “Me alegro de que hayas vuelto” y le preparó té.
Cuando tenía algo que decir, intentaba ser paciente y esperar, pero si no podía esperar, se expresaba de la manera más agradable posible.
El marido se sentía mejor y siempre hablaba con amabilidad a su esposa, y estaba dispuesto a ayudarla en su trabajo. Su amor fluyó.
Cuando mutuamente cambiaron su Ki a positivo, volvieron a estar tan cerca como cuando eran recién casados.
Más tarde, la esposa también comenzó a entrenar Ki y fue a practicar junto a su esposo.
Ganar y perder no es importante en un matrimonio donde los cónyuges se entienden y se ayudan mutuamente para mantener las cosas felices entre ellos.
Aunque este ejemplo es de la vida cotidiana, señala la necesidad de recordar que siempre hay una manera de evitar las peleas.
Siempre hay una manera de convivir y cooperar. Si tenemos peleas en nuestro corazón, hacemos de nuestros aliados, enemigos.
Si luchar no está en nuestra mente, no tenemos ni adversarios ni aliados, porque todos somos hermanos nacidos del Ki del Universo.
(Traducción: Roger Giménez)