Koichi Tohei Sensei era mi maestro y también mi padre.
Cuando nuestra relación se convirtió en una de “maestro y alumno”, tuvimos que dejar de pensar en el otro en términos de “padre e hijo”, y nunca volví a llamarle “Padre” desde entonces. Mis pensamientos descansan felices en los buenos recuerdos de cuando éramos padre e hijo.
Recientemente ha venido a mi recuerdo una cosa.
Mi padre siempre decía: “Decídete”. Si comienzo algo sin haberme decidido, podré fácilmente debatir conmigo mismo acerca de hacerlo o no. Cuando quiero alcanzar una meta, necesito, en primer lugar decidirme.
Antes de cumplir los 10 años, yo era un niño débil. Por ejemplo, una vez tuve que estar en cama urante 3 meses a causa de una fiebre alta de origen desconocido. Mi padre me dio el siguiente consejo: “En el baño, cada mañana, como primera cosa a hacer, échate agua fría por encima.” Me pidió que empezase durante el verano y que continuara durante por lo menos un año.
Tenía 10 años cuando finalmente me decidí a probar. Era placentero y refrescante cuando empecé con ello durante el verano, pero la sensación cambió con la llegada del otoño. En invierno, estaba muy nervioso en la cama todas las mañanas.
Mi padre me dijo entonces cuan poderoso es tomar una decisión. Cuando tenía la opción de “echarme agua” o “no echarme agua”, sufría porque mi mente estaba dividida entre “echarme y no echarme”. Si pudiera decidirme, simplemente podría echar el agua sobre mi!
En un principio me preguntaba si solamente me estaba pidiendo que mostrase un poco de agallas. Pero entonces averigüé que cuando pensaba en la manera de evitar algo, todo se convertía en doloroso. Por ejemplo, quitarme la ropa me daba mucho frío y sentía el agua congelada.
Entonces me sorprendió darme cuenta de que cuando desechaba la opción de “no echarme agua”, sólo podía escoger “echarme agua”, y que no era tan doloroso. Mi mente ya se había decidido la noche anterior.
Comprendí la diferencia mediante la experiencia, y la continué de manera positiva. De esta manera aprendí el significado de “Decidirse”.
Al verano siguiente “Decidirse” se había convertido en un buen hábito, y no quería abandonarlo. De hecho, lo continué durante 2 años más hasta que empecé la educación secundaria.
Esta experiencia de “Decidirse” se convirtió en mi actitud básica. En mi caso fue “echarme agua por encima”, pero puede ser cualquier cosa para ti. El propósito es tener un buen hábito de “Decidirse”.
Aprender a “¡Decidirse!” puede ser la clave para salir al mundo.
Cuando empezamos a trabajar como adultos necesitamos olvidarnos inmediatamente de otras opciones y decidirnos. Hay mucha gente que no puede desechar las otras opciones. Tienden a dudar cuando encuentran alguna dificultad, “¿Es bueno para mí continuar esto?” o “Tal vez haya mejores opciones”. Cuando esto pasa, tal vez no sean capaces de sobreponerse a las dificultades.
Si después de haber hecho lo mejor posible y de intentarlo todo sientes que ese no es el mejor camino para ti, entonces puedes escoger el otro camino. Esto también es “Decidirse”.